Las estrategias principales para la reducción de la sal comprenden lo siguiente:

  • Políticas públicas, incluidas políticas fiscales y legislaciones que garanticen la producción de alimentos más saludables por los operadores alimentarios, o que faciliten la accesibilidad y disponibilidad de este tipo de productos;
  • Colaboración con el sector privado para mejorar la accesibilidad y disponibilidad de productos hiposódicos;
  • Sensibilización de las personas consumidoras y la capacidad de acción y decisión de las poblaciones gracias al marketing social y a la movilización para hacer conocer la necesidad de reducir el consumo de sal;
  • Creación de un entorno propicio para la reducción de la sal por medio de intervenciones en el plano de la política local y la promoción de hábitos para una “alimentación saludable” en colegios, lugares de trabajo, comunidades o ciudades;
  • Vigilancia del consumo de sal de la población, de las fuentes de sal en la alimentación, y de los conocimientos, las actitudes y los comportamientos de las personas consumidoras respecto de la sal a fin de orientar las decisiones políticas;

En el hogar, se puede reducir el consumo de sal:

  • no agregando sal, o agregando muy poca cantidad, durante la preparación de los alimentos;
  • no dejando el salero en la mesa;
  • limitando el consumo de aperitivos salados;
  • leyendo las etiquetas y escogiendo los productos con menor cantidad de sal.

Otras medidas prácticas a nivel local para reducir el consumo de sal:

  • integrar la reducción de la sal en los programas de formación de los manipuladores de alimentos;
  • retirar los saleros y la salsa de soja de las mesas de los restaurantes;
  • colocar etiquetas en los productos o los estantes que indiquen claramente que ciertos productos tienen un alto contenido en sodio;
  • facilitar un asesoramiento dietético específico a las personas que acuden los centros de salud;
  • abogar por que las personas limiten el consumo de alimentos muy salados y porque reduzcan la cantidad de sal que utilizan para cocinar;
  • educar a los niños y niñas y crear un entorno propicio para que adopten tempranamente una dieta hiposódica.

Algunas medidas que puede adoptar la industria alimentaria:

  • reducir progresivamente el contenido en sal de los productos, de modo que los consumidores se vayan adaptando al sabor y no busquen productos alternativos;
  • difundir las ventajas de consumir alimentos menos ricos en sal por medio de actividades de sensibilización de la persona consumidora en los puntos de venta;
  • reducir la sal en las comidas que se sirven en los restaurantes y restauración a domicilio;
  • indicar el contenido de sal en las etiquetas de los alimentos y las comidas.

 

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