A pesar de que hace casi 150 años de la aparición del primer edulcorante (la sacarina), siempre ha existido cierta controversia sobre los mismos, con ideas sobre no ser del todo buenos para la salud.

Entre las diferentes controversias surgidas sobre el uso de edulcorantes están:

  • La “hipótesis del gusto por lo dulce”
  • Los edulcorantes están asociados con el riesgo de diabetes tipo 2 y un control glucémico alterado
  • Los edulcorantes pueden tener un impacto adverso en la microbiota intestinal
  • Las personas consumidoras asocian edulcorantes con riesgo de cáncer

 

Como ya se ha dicho previamente, todos los edulcorantes que se utilizan en alimentos y bebidas están autorizados para su uso y son toxicológicamente seguros si se consumen dentro de la ingesta diaria admisible.

TOXICOLÓGICAMENTE SON SEGUROS, PERO ¿SON INOCUOS?

La necesidad de reducir el consumo de azúcares libres ha provocado un considerable aumento del consumo de edulcorantes bajos en calorías. Son alternativas a los azúcares libres, bajas en calorías, que se comercializan como ayuda para la pérdida de peso o el mantenimiento de un peso saludable, y con frecuencia se recomiendan como un medio de controlar la glucosa en sangre en personas con diabetes.

Existe bastante concienciación sobre reducir el consumo de azúcar porque es dañino para la salud, pero no ocurre lo mismo en el caso de los edulcorantes, que son altamente consumidos por personas que quieren adelgazar o mejorar la diabetes.

En abril de 2022, la OMS publicó un estudio, Efectos en la salud del uso de edulcorantes sin azúcar: una revisión sistemática y metaanálisis, en el que se sugería que el uso de edulcorantes no confería ningún beneficio a largo plazo en la reducción de la grasa corporal en adultos o niños, y que podría haber posibles efectos no deseados por el uso a largo plazo, como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos.

En base a este estudio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado una directriz sobre el uso de edulcorantes intensos sin azúcar, en la que se recomienda no utilizarlos para el control de peso o para reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles.

Por otro lado, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) y el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) han evaluado los efectos del aspartamo en la salud. Efectuaron exámenes independientes pero complementarios para evaluar la posible peligrosidad carcinógena y otros riesgos para la salud asociados al consumo de aspartamo. Esta es la primera vez que el CIIC evalúa el aspartamo, mientras que para el JECFA es la tercera vez.

Tras el examen de la bibliografía científica disponible, en ambas evaluaciones se señalaron limitaciones en la evidencia disponible sobre el cáncer (y otros efectos sobre la salud).

El CIIC clasificó el aspartamo como posiblemente carcinógeno para los seres humanos (Grupo 2B) a partir de evidencia limitada para el cáncer en los seres humanos (en concreto, para el carcinoma hepatocelular, un tipo de cáncer de hígado).

También se observó evidencia limitada para el cáncer en animales de experimentación y evidencia limitada relacionada con los posibles mecanismos que provocan cáncer.

El JECFA concluyó que los datos evaluados indicaban que no había ninguna razón suficiente para cambiar la ingesta diaria admisible (IDA) previamente establecida de 0 a 40 mg/kg de peso corporal para el aspartamo. Por tanto, el Comité reafirmó que el consumo de una cantidad diaria que esté dentro de este límite es inocuo.

Todo esto no significa que haya que volver a consumir azúcar, miedo que se manifiesta en la propia directriz. La recomendación es “considerar otras formas de reducir el consumo de azúcares libres, como consumir alimentos con azúcares naturales, como frutas o alimentos y bebidas sin azúcar«.

Cuando una persona consume una alta cantidad de edulcorantes, los receptores del dulzor del paladar se alteran, y cada vez van a necesitar más alimentos dulces para percibir la sensación de dulzor. Empeora el patrón de alimentación y se termina consumiendo más alimentos ultraprocesados.

Asimismo, ciertos estudios apuntan a que los edulcorantes no son inactivos para el organismo y que pueden alterar el microbioma (el equilibrio de microorganismos gastrointestinales) y afectar a la tolerancia a la glucosa.

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