El cáncer es actualmente la segunda causa de muerte en la Unión Europea (UE), donde las cifras de casos  y las muertes están aumentando. Si bien el cáncer es una enfermedad compleja, influenciada por factores ambientales y genéticos, también se ve afectada en gran medida por los mismos comportamientos que muchas otras enfermedades no transmisibles: tabaquismo, consumo de alcohol, inactividad física y dietas poco saludables.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de publicar un documento titulado “Alcohol y cáncer en la Unión Europea: un llamamiento a la acción”. Europa tiene el nivel más alto de consumo de alcohol a nivel mundial. 7 de los 10 países con mayor consumo de alcohol se encuentran en la UE, y 3 de cada 10 muertes atribuibles al alcohol se debieron al cáncer.

Aunque ya en 1988 la IARC clasificó las bebidas alcohólicas como carcinogénicas, muchas personas consideran que el alcohol es incluso saludable si se consume con moderación. Los nuevos estudios y evidencias científicas están demostrando que incluso cantidades moderadas aumentan el riesgo de padecer un cáncer.

En el documento publicado por la OMS, se recogen estos datos y se sugieren estrategias con el fin de reducir el consumo de alcohol. Entre las conclusiones destacan:

  • El consumo de alcohol es causante de siete tipos de cáncer diferentes
  • Cantidades moderadas de alcohol también causan cáncer, sobre todo en mujeres (cáncer de mama).
  • La mitad de la población europea no es consciente de que el alcohol produce cáncer, incluido el de mama.
  • Cualquier bebida alcohólica, independientemente de su graduación, puede producir cáncer.
  • Más de la mitad de todos los cánceres causados por el consumo de alcohol no se deben a un consumo excesivo, si el consumo es moderado también ocurre.
  • El costo sanitario por cáncer atribuible al alcohol en Europa en 2018 ascendió a 4.580 millones de euros.

 

Entre las estrategias más efectivas para reducir su consumo destacan:

  • Aumentar los impuestos para todas las bebidas alcohólicas
  • Reducir su disponibilidad, sobre todo entre los más jóvenes
  • Restringir o prohibir su publicidad.
  • Agregar advertencias a las etiquetas de las bebidas alcohólicas, similares a las del tabaco
  • Implementar políticas que capaciten a los profesionales de la salud para abordar el consumo de alcohol, identificar riesgos y orientar el cambio de comportamiento.